Todos la veían así, enigmática y distante, incluso los hijos que nunca tuvo y el esposo que nunca volvió. Nadie logró entender que el tabaco, el esmalte de uñas, el costoso anillo y el límite de su blusa eran métodos recaudatorios, no disuasorios de afecto. Todos la veían así, extraña e inaccesible... hasta que llegó Patricia. Ella fue revolución, certidumbre, ganas, fue interés mutuo y descubrimiento compartido. Hoy, Marguerithe y Patricia han formado un dúo perfecto. Ambas vacían sus rostros y reservan su cara oculta para la medianoche, cuando llegan al hogar, a ese lugar donde no es necesario ocultar.
Loli Rega
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